"Al Aucas tuve que formarlo casi de cero" - EL GRAN DT - Fernando Rodriguez Riolfo

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"Al Aucas tuve que formarlo casi de cero"

Entrevistas

¿Es cierto que estaba dedicado a la odontología cuando recibió el llamado de Aucas en este año?

Bueno, eso suele suceder cuando no me dedico a dirigir. Y no es porque no tenga propuestas, sino porque el trabajo de entrenador es sumamente estresante. Para mí solo estar en el consultorio es como una especie de bálsamo. No se compara arreglar los dientes de alguien con estar en una banca.

Usted ha tenido varios períodos sabáticos en su carrera. ¿Esta vez por qué decidió dar el sí?

La propuesta de la directiva de Aucas era seria y la verdad que dentro de uno siempre le ha ganado el fútbol a la odontología. Y no por estrecho margen, sino por goleada. Así que tomé mis maletas y me vine de nuevo.

Es su cuarto período en el Ecuador, desde que en 1979 vino como jugador de Liga. ¿Cómo encontró al equipo oriental y cómo empezó a cambiarlo?

Lo hallé mal en todos los aspectos. Incluso en el aspecto físico. Lo único que nos quedaba era ponernos a trabajar y a buscar alternativas de jugadores. Pedí que se restituyera de nuevo a (Mario) Lastra. Llegaron jugadores de la Serie A, como (Luis ) Checa y (Gustavo) Figueroa. Además, trajimos a  los extranjeros (el golero Mauricio Nanni,  los volantes Richard Pellejero y Mauricio Barbosa y el delantero Edgardo Simovic) todos  con suficiente recorrido. Era necesario que el grupo de foráneos tuviera roce. No se trata de unos jovencitos. Todos han jugado en el exterior y saben lo duro que es disputar un torneo de ascenso como la Serie B.

¿No pensó dos veces en el caso del volante Lastra?


Para muchos era conflictivo. Confíamos en el criterio de gente cercana a él, que nos aseguró que aún estaba en plenitud de condiciones, y eso  mostró.

Pero los resultados tardaron. La hinchada estaba muy desilusionada. El grupo debió soportar toda esa presión a su llegada.

La presión siempre existe y era normal porque el equipo no andaba. Tenía que pasar un tiempo para terminar de formar al equipo. Incluso hasta hoy no podemos tener al cuadro completo. Es que ante  otros equipos que juegan de memoria en la B, con técnicos que dominan el medio, estabámos en desventaja. Tuvimos que trabajar y esperar. No nos quedaba otra alternativa.

Como técnico, ¿llegar a la B no fue un retroceso para usted?

Lo tomo como un desafío diferente. Además, esta es mi profesión y no me puedo quejar porque puedo seguir dedicado a lo que me gusta. Claro que no es lo mismo que jugar en la A. Este torneo no tiene tanta difusión, no se repiten las jugadas en la TV, la localía puede llegar a influir más, no siempre pitan los mejores árbitros del país...

¿Le ha perjudicado el arbitraje?

No es tanto así. Hemos tenido de todo. Incluso muy buenos y muy malos.

¿Se siente más a gusto con los llamados equipos?

No. Sin alardear creo que los equipos que he dirigido han tenido siempre resultados. Tras ir la Libertadores con Espoli, en 1996, fuimos a Liga y formamos el equipo  que inauguró la Casa Blanca, que  al año siguiente salió campeón. En Emelec nos iba bien, pasábamos por una buena racha y habíamos ganado clásicos a Barcelona, antes de salir del equipo por diferencias con la directiva. El triunfo es importante   independientemente del equipo.

Hoy, por primera vez que en uno de sus  equipos  juegan tantos uruguayos (tres). ¿Será que vuelve la línea charrúa al país?


Es cierto. No había tenido, en el Ecuador, a un grupo de compatriotas y creo que es una gran responsabilidad para todos. A  todos los he dirigido antes, incluso a (Luciano) Barbosa, quien es brasileño, porque jugó en Montevideo. El  uruguayo siempre ha sido capaz y si se ha alejado de acá es porque la mayoría de empresarios futbolísticos son de otras latitudes. Con todo, ese ir y venir de extranjeros también ha ayudado mucho al fútbol ecuatoriano.

Usted conoce el balompié tricolor desde hace casi 30 años. ¿Ha cambiado mucho?

Lo más importante es que se ha profesionalizado muchísimo. Antes el jugador no tenía un espejo para proyectarse, como tiene por ejemplo el balompié uruguayo. Hoy los muchachos miran un poquito hacia atrás y ven que el Ecuador ya se clasificó a una Copa del Mundo y eso cuenta. Además hubo gente que trabajó, empezando por Dusan (Draskovic), quien revolucionó todo, desde el aspecto físico, y (Francisco) ‘Pacho’ Maturana. Luego la dirigencia siguió  por una sola línea, la colombiana, y para mí eso es un mérito.

El fútbol ecuatoriano no suele renovarse a la velocidad que lo hacen otros países. ¿Usted se arriesga a dar espacio a nuevas caras en el equipo oriental?

Ya lo hice y no veo por qué no hacerlo hoy. En Espoli hice debutar a Wagner Rivera, quien fue al Flamengo, y a Alfonso Obregón, a quien no  conocía nadie. Años después, dispusimos el estreno de Alejandro Castillo. En Aucas hay  tres juveniles fijos en el cuadro de Primera. No es un tema de edad, sino de condiciones. El otro día lo demostró (Alexander) Domínguez, de Liga.

A este paso, de idas y vueltas del  Ecuador, ¿no ha pensado ponerse un consultorio en Quito?


No lo he pensado... es que me faltan los equipos. Pero no sería mala idea. Acá siempre me han tratado bien.

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